Por qué Anastasia Lechtchenko Masney no estuvo en prisión, es una pregunta que a muchos tijuanenses inquieta. No solo por la saña del asesinato de su madre y su hermana, cuyos cuerpos fueron desmembrados y órganos extraídos, sino porque la joven presuntamente confesó a la autoridad del Estado ser la verdugo de su familia.
La libertad de la joven, cuyos padres son de origen ruso, después de haber confesado un crimen que se percibe armó con premeditación, alevosía y ventaja sobre su madre y su hermana con capacidades diferentes, y su libre andar por Playas de Tijuana, contribuye a la percepción ciudadana de la impunidad que trasciende, con este caso, los límites del crimen organizado y el narcotráfico.
La razón de la libertad de quien se confesó victimaria de su madre y su hermana, se debe a las diferencias que persisten en el método para procurar la justicia y administrar la misma. Inicia con un choque de conceptos en el proceso judicial entre la labor de la Agencia del Ministerio Público y el Juzgado Quinto Penal, y se encuadra en un desentendimiento entre la Procuraduría General de Justicia de Baja California y el Poder Judicial.
Sin embargo, públicamente, ni el Poder Judicial ni la Procuraduría se han enfrentado. Lo que sí, se culpan una institución a otra, por la libertad de Anastasia.
Después de la confesión del crimen, la libertad
Anastasia Lechtchenko Masney, es de padres rusos que fueron cirqueros, nació en San Luis Potosí, tiene 19 años, y desde hace tres, sus padres empezaron a tener problemas para gobernarla, según se quejaron ante las autoridades de CAPEA en 2013, 2012 y 2015, años en los que fueron a reportar sus desapariciones.
La madrugada del jueves 11 de junio de 2015, la Policía Ministerial adscrita a la Subprocuraduría de la Zona Tijuana, la detuvo en calidad de indiciada.
Unas horas antes, los cuerpos de su madre, Yuliya Masney Safonchik y su hermana Valeria, habían sido localizados en la casa materna ubicada en Avenida Ensenada número 22311, Sección Jardines del Sol en Playas de Tijuana. Las habían asesinado, destazado y dejado sus restos en bolsas negras en el patio trasero del inmueble.
La noche del miércoles 10 de junio, las autoridades llegaron a la casa por dos denuncias:
1.- Vecinos reportaron olores fétidos que salían de la casa en Jardines del Sol.
2.- Una denuncia anónima de una mujer, informando que la joven Anastasia le había pedido ayuda para tirar las bolsas con los cuerpos, porque no tenía carro.
Los agentes de Homicidios se encontraban revisando la escena del crimen cuando Igor Lechtchenko (padre y ex esposo de la víctima, separado dos años atrás de la familia) llegó a la casa porque un vecino le avisó que algo sucedía.
El hombre dijo a los investigadores que la única persona que también habitaba la casa y no estaba entre las muertas era Anastasia, y que el martes 9 de junio, cuando fue a la casa la notó rara, que se puso agresiva, no lo dejó entrar e incluso, lo amenazó con llamar a la Policía. Por eso mejor se fue.
Entonces la PGJE emitió una orden de presentación a nombre de la joven como posible inculpada. La encontraron en una terraza con unas amigas. Desde el primer momento Anastasia decidió confesar que ella las había matado, del motivo, según dijo, fue porque le hacían brujería.
Como el asesinato se había dado de tres a cinco días antes de su presentación, no había flagrancia. El Ministerio Público justificó que no podía retenerla porque era ilegal la detención. Por eso después de tomarle la declaración -proceso que según la autoridad no duró siquiera una hora-, la dejó libre.
Anastasia jamás estuvo detenida.
“No tenemos la posibilidad de arraigo (una reforma constitucional quitó facultades a los Estados en 2008), no se da la detención urgente o urgencia administrativa (cuando por la circunstancias no se puede acudir a un juez), porque en Tijuana, si hay Juzgados abiertos, entonces no se da el supuesto. Solicitamos la orden de aprehensión urgente y nos la negaron, no podíamos retenerla” explicó el subprocurador contra la Delincuencia Organizada en el Estado, José María González.
De si existen otros presuntos responsables o sospechosos adicionales, si la joven Anastasia tiene o no la fuerza para destazar los cuerpos, o si de ser responsable recibió algún tipo de ayuda, son factores a los que no se ha llegado. De hecho ni siquiera la confesión de la muchacha ha sido analizada, y menos calificada como válida.
La confesión
Desde que los primeros agentes ministeriales la encontraron, Anastasia Lechtchenko Masney dijo que ella había matado a su madre y hermana.
En entrevista con la autoridad, comentó que había leído en internet cómo destazar cuerpos, pero en la declaración formal ya no lo mencionó. Sobre el caso, los peritos no encontraron ninguna computadora propiedad de la joven en la casa.
En su declaración ministerial, la muchacha contó:
Se desapareció por tres días y regresó a su casa la noche del domingo 7 de junio. Durante su desaparición había estado con tres hombres distintos a quienes había cobrado por sexo. Explicó que intentó entregarle 3 mil pesos a su madre “para que la quisiera”, pero que la mujer se negó a recibirlo, y, según Anastasia, respondió agrediéndola con muchos calificativos humillantes, como que su vida no valía nada, que era poca cosa y otras palabras altisonantes.
De la madre: “Tenía cara de que ya sabía que la iba a matar”
La joven explicó que se fue a caminar y regresó. Encontró a su madre en el sillón, y escuchó una voz que le dijo que la matara “porque es bruja”. Con ese mensaje, justificó que por las noches sentía piquetes en el cuerpo por los trabajos de brujería que le hacía su mamá.
Sin escozor confesó:
Su madre estaba sentada en un sillón en la sala y “… tenía cara de que ya sabía que la iba a matar”. Entonces Anastasia se paró atrás de la señora, le puso la soga al cuello, levantó una rodilla y la recargó contra el respaldo del sillón y empezó a jalar. Explicó que su madre tardó en morir, porque que de tanto en tanto, ella aflojaba la soga y se asomaba para verle la cara. Según confesó, la asfixió durante media hora para lograr su objetivo.
De su hermana: una voz le ordenó sacarle los ojos
Continuó Anastasia con su relato:
Después fue a la recámara de su hermanita Valeria y la asfixió con la misma soga, pero a la niña sobre la cama. Comentó que la carne de la menor era más blandita y que mientras la mataba tocó su corazón y todavía seguía palpitando.
Sobre por qué le sacó los ojos a su hermana, Anastasia comentó varias cosas. Primero que una voz se lo ordenó, después, que sin la mamá, la menor ya no tendría quién la cuidara.
Agregó que su madre tenía a la niña como muñeca y que ella tenía una muñeca de porcelana que se parecía mucho a su hermana. Justificó: muerta la madre, la niña podía seguir el embrujo.
En un dejo macabro, la joven relató cómo mancilló el cuerpo de su hermana. Primero intentó sacarle los ojos con una cuchara, pero no pudo. Entonces utilizó un cuchillo. Cuando logró su objetivo, echó los ojos en un vaso y los tiró por el escusado.
Después de los asesinatos, se fue a correr
En la confesión Anastasia explicó que después de asfixiar a su madre y hermana, se fue a correr para tranquilizarse. Regresó de su corrida y jaló el cuerpo de la madre al piso de la cocina. Ahí le cortó la cabeza, después las extremidades y le sacó el corazón, “porque es la única forma de acabar con las brujas”.
Metió los restos en bolsas negras de basura. El proceso de desmembramiento del cuerpo de su madre le llevó aproximadamente cuatro horas Hizo lo mismo con el cadáver de su hermanita, pero con ella tardó tres horas. Después limpió la cocina.
Refirió que para las ocho de la mañana del lunes 8 de junio ya había terminado.
Cuatro entrevistas sobre el crimen, misma versión
Anastasia fue entrevistada por personal de la Subprocuraduría de Zona, después por la Unidad de Homicidios, más tarde por el Agente del Ministerio Público y finalmente habló con ella un representante del Consulado Ruso.
Al final de las entrevistas, antes de ser puesta en libertad, aun en oficinas de la PGJE, les contestó molesta: “Ya les he dicho mil veces cómo fue”.
Del consumo de droga, Anastasia salió negativa en la prueba que le hicieron el 11 de junio, cuando dio su confesión. En la entrevista aseguró que nunca había comprado droga, pero sí había consumido marihuana, cristal y éxtasis, aunque aseguró que el día de los hechos “estaba limpia”.
Le preguntaron si había sufrido algún tipo de agresión de parte de su padre y argumentó que no. Después de ofrecer su versión de los hechos, continuó en libertad.
PGJE: juez pidió más pruebas
“Solicitamos la orden de aprehensión urgente, que es lo que se hace cuando existe el temor fundado que se pueda evadir de la acción de la justicia”, detalló el subprocurador de Delincuencia Organizada, José María González Martínez.
El caso por sorteo llegó al Juzgado Quinto, la juez de entrada les dice que no hay urgencia. “… y en realidad, no me urge, y si me urge, por eso la tuvimos ubicable las primeras horas para saber dónde estaba, ya más tiempo no puedo sin una orden”, justificó González.
En la Procuraduría esperaron que la juez les otorgara la orden de aprehensión ordinaria. Sabiendo que la juzgadora saldría de vacaciones el 22 de junio, contaban con que se las liberaría a más tardar el 19 de junio, pero no. El día 15 les dijo que tampoco tendrían la orden de aprehensión ordinaria. “Y señala que no se agotaron varios dictámenes”, sostiene el subprocurador. Cuando en el fuero común eliminaron el arraigo, los reformistas facilitaron los requisitos para las órdenes de aprehensión urgentes.
“Que se acredite el cuerpo del delito, la materialidad del hecho, que estuvieron vivas y fueron privadas de la vida, lo cual se acreditó con la fe ministerial, fotos periciales y el dictamen de necropsia donde científicamente te dicen murieron hace tanto y por sofocamiento.
El cuerpo del delito, los cadáveres, las armas. Y datos de la probable responsabilidad de la persona, ahí presentamos la confesión”. Aseguró González que eso es lo que se requiere para liberar la orden de aprehensión.
El cuerpo del delito, los cadáveres, las armas. Y datos de la probable responsabilidad de la persona, ahí presentamos la confesión”. Aseguró González que eso es lo que se requiere para liberar la orden de aprehensión.
“Los dictámenes que nos pide tardan de cuatro a diez días, obviamente tratamos de sacarlos rápido, pero no tienen relevancia para la orden de aprehensión. Que faltan dictámenes químicos, que si la sangre es de ellas, y vamos a pensar, no es de ellas: no se cae el asunto. Toxicológico de las muertas, que si sale que consumieron droga, eso tampoco justifica nada, ni varía en el fondo; huellas dactilares del lugar, que si aparecen las de otra persona, eso tampoco la exime; tipo de sangre del cuchillo; químico y material genético de la soga.
“Eso sirve para sentencia u otra etapa procesal, no para la orden de aprehensión, pero somos respetuoso porque tenemos que serlo”.
Cuando se le refirió al subprocurador que según la documentación, fue el Ministerio Público de la PGJE el que pidió los dictámenes periciales y no la juez, y que al presentar la averiguación previa, no explicó por qué no se incluyeron los resultados en el expediente, González Martínez se defendió.
Expuso que los dictámenes periciales se piden en todos los casos, pero los jueces saben que se tardan y sirven para otra parte del proceso, no para la orden de aprehensión. Que en las averiguaciones previas con las que se solicitan ordenes de aprehensiones urgentes, no tienen que justificar la razón por la que no se incluyen los resultados de los dictámenes periciales que son tardados, porque los resultados de esos dictámenes los van anexando al expediente, los adjuntan como van saliendo.
Ejemplificó con asuntos en los que les han liberado órdenes de aprehensión con menos evidencias de las presentadas en el caso de Anastasia, como el de los asesinos de Benjamín Quiroz Gutiérrez, hermano de Melvin Gutiérrez, lugarteniente del Cártel Arellano Félix, a quien mataron el 23 de mayo; no hubo indicios hasta el 5 de junio, cuando un grupo de diez criminales fue detenido en posesión de armas en Rosarito, y dos de ellos, Orión Espinoza y Moisés Castro, confesaron ser los responsables del asesinato.
Procuraduría entregó averiguación previa incompleta: juzgadora
“Yo no pedí las pruebas periciales… yo no la liberé… no evado mi responsabilidad, cumplo con mi obligación”, enfatizó la Juez Quinto de lo Penal de Baja California, Ana Isabel Flores Plascencia, respecto a la libertad de la joven de 19 años, presentada y dejada en libertad el miércoles 10 de junio, el mismo día que confesó haber asesinado y descuartizado a su madre Yuliya Masney Safonchik y su hermana Valeria.
Flores Plasencia explicó que ella no otorgó la orden de aprehensión porque el Ministerio Público le presentó una averiguación previa incompleta. Detalló que en el documento, el Ministerio Público ordenó 11 dictámenes que no se practicaron, y no incluyeron la justificación de por qué no se incorporaban las mencionadas pruebas.
Entonces, al considerar que no se había concluido la averiguación previa, ella no podía cumplir con su parte. “Por respeto a la inculpada y a la víctima indirecta que es el padre”.
Comentó que ni siquiera llegó al punto de revisar la confesión de Anastasia. Ya que tenga todas las pruebas “que pidió el Ministerio Público”, entonces ella valorará en qué condiciones se hizo la declaración de la joven, y si hay elementos para considerarla responsable.
Recordó la juez que de acuerdo al Artículo 219 del Código de Procedimientos Penales de Baja California, la confesión sin otros elementos que la respalden, no es prueba única. Reiteró que ella como juez debe decidir con base en el material que recibe, y en este caso, no tenía los elementos suficientes, porque según lo expuesto por el Ministerio Público, faltaban dictámenes ministeriales que él había ordenado.
“Crimen denota coraje, un sentimiento de frustración grande”
Sí de acuerdo al criterio legal que se está aplicando al caso, no es posible asegurar la culpabilidad de Anastasia, resulta imposible también realizar un diagnóstico criminológico sin contacto con ella. Pero la maestra en criminología, Martha Leticia Cruz Ramírez, ofrece un panorama general del caso.
El objetivo al estudiar un asesino es descubrir el epicentro, la clave que lo lleva a desahogar una fantasía de muerte. Explica que en este caso podría ser su madre y hermana.
Con la forma en que lo hizo, puede presumirse una personalidad psicópata, mas no asegurarse porque no hay de por medio un estudio profesional. Pero el crimen denota coraje, un sentimiento de frustración grande, “¿a qué se debe? La pregunta está en el aire”.
Con la forma en que lo hizo, puede presumirse una personalidad psicópata, mas no asegurarse porque no hay de por medio un estudio profesional. Pero el crimen denota coraje, un sentimiento de frustración grande, “¿a qué se debe? La pregunta está en el aire”.
El consumo de drogas no va solo, siempre habrá otra motivación para ejecutar el plan, aunque la especialista dice que quizás existe una falta de atención o afecto que orilló al victimario al uso de estupefacientes.
“Hay drogadictos que roban, que se lastiman, hay drogadictos que andan caminando solos. Yo creo que la afectación cerebral sería dependiendo en qué área”, comenta.
Según la maestra, actitudes de la mexicana de 19 años pueden tener significados importantes, por ejemplo, el hecho de cortar un cuerpo como confesó que lo hizo, es un signo de desesperación. “Si ella presume que le quitó el corazón para matar el problema, pues estamos hablando de sentimientos, si le quitó los ojos, podríamos estar hablando de algo que no quería ver, o a lo mejor la niña la estaba viendo matar a la mamá”.
Para la especialista, la forma en que Anastasia se deshizo de los restos, meterlos a bolsas de basura, “tiene una simbolización como perfilando un ‘no sirves, te echo a la basura’, entonces, estamos hablando de que denigra a su mamá y a su hermanita”.
Sin embargo, la característica central del caso que hace pensar a Cruz Ramírez en un comportamiento psicópata, son sus declaraciones.
“La conducta de ‘no siento nada’ tiene que ver con su historia personal, que nunca sintió, tuvo que aprender a ser fuerte, tuvo que aprender a vivir sin esa emoción. Entonces, si en su mente estaba resuelto el problema (con el crimen), tampoco manifestó alegría.
“El psicópata es serio pero sociable y amable, con un buen control de sus emociones, difícilmente cabrá en él un sentimiento de culpa, es muy organizado y exageradamente rutinario. Es pura premeditación, no actuará por impulso y, cuando ejecuta un crimen, lo hace sabiendo que todo está listo.
“Ya estaba en su mente, porque ya estaba estudiando cómo cortar las partes, nos está hablando de una tremenda soledad en la que estaba involucrada la muchacha, de que le ganaron sus pensamientos”, dice Cruz.
Desde el punto de vista de la entrevistada, Anastasia difícilmente cometería otro crimen al haber desahogado su coraje, y si llega a tomar conciencia o a sentir poquita culpa, la experiencia le dice que un camino que toma una psicópata es el suicidio.
“Es la mejor mamá del mundo”: Anastasia
Hace un año Anastasia describió a su madre como guapísima, siempre pendiente de ella y de su hermana Valeria; la mejor mamá del mundo… un encanto.
Lo hizo a través de un video de poco más de un minuto en la red social,en la que los usuarios responden preguntas anónimas; en este caso se le pidió una opinión sobre su madre. Dijo:
“Guapísima, me deja hacer mi desmadre y entiende porque sabe que soy responsable. Siempre está al pendiente, siempre está ahí, para mí, para mi hermana. No importa qué tan raro se haya puesto todo, siempre va a apoyar mis decisiones aunque ella no piense igual que yo. Pero siempre va a estar ahí apoyándome. Es la mejor mamá del mundo. Ella no sabe que estoy hablando así de ella, de hecho nunca le digo. Es un encanto… envídiame”.
Su página de usuario está adornada con dibujos de personas con comportamientos suicidas, por ejemplo, una mujer con la soga al cuello, otra ingiriendo pastillas, una más con un revólver en la sien y un hombre con un cuchillo sobre la muñeca. Alguna vez alguien le preguntó el porqué de la imagen, y respondió: “Porque no estoy cuerda”.
En esa misma plataforma dijo que su padre le da miedo porque está “pelón y tatuado”, y con un “no sé, puede ser, tal vez antes, tal vez después”, respondió cuando le preguntaron si consume marihuana.
Anastasia no acostumbró socializar con la comunidad durante los seis años que vivió en la casa de Playas de Tijuana, se le veía salir, entrar y seguido discutir con su madre. Era rebelde, cuentan vecinos y personas cercanas a la familia, y por lo menos no era evidente que apoyara en el cuidado de su hermana.
Lo rebelde, el adjetivo que hasta su padre le cuelga, lo adoptó cuando entró a estudiar la preparatoria, explica Igor Lechtchenko. Si se trata de describirle antes de esa edad –los 15 años-, Igor no tiene otra palabra que no sea “princesa”.
“Todos los problemas iniciaron cuando ella salió de la secundaria y entró a la prepa, ahí empezó a ser más grosera, adoptaba unos comportamientos no apropiados para mí. Siempre peleábamos por su comportamiento. Y yo pensé que estaba utilizando algún tipo de droga y por eso la dejé en un centro de rehabilitación, del cual salió el primero de junio de este año”.
Antes de ser internada en el centro de rehabilitación, Anastasia estuvo en Culiacán, Sinaloa, adonde se fue sin avisar, para terminar trabajando en un circo propiedad de un empresario con el que Igor tiene amistad.
Mercedes, quien fue amiga de su madre, Yuliya, recuerda que se le vía preocupada por su hija, pero al mismo tiempo sin la capacidad económica para salir a buscarla. No tenía dinero ni para diagnosticar la enfermedad de Valeria, que muy poco aprendía en la escuela, no hablaba y tenía muy poco control de sus movimientos. Otro impedimento para ir en busca de Anastasia.
“Decía, ‘si a las tres o cuatro de la mañana me dicen que la vieron, yo dejo a Valeria dormida y me voy como pueda, porque yo no tengo mucho para el pasaje, no tengo quién me lleve, pero yo a esa hora dejo a mi niña sola’”.
Como matrimonio, el de Igor y Yuliya sobrevivió 20 años, contados después de otros más en los que trabajaron en varios circos. Con la trayectoria a Igor le alcanzó para ser docente en la Escuela de Artes de la UABC, y a Yuliya, por la necesidad de cuidar a Valeria, solo para sobresalir en los festivales escolares del Centro de Atención Múltiple (CAM) Benito Juárez, escuela especializadas para niños con alguna discapacidad.
El CAM está apenas a una cuadra de la casa donde Anastasia -de acuerdo a su confesión- decidió arrancar la vida a su madre y a su hermana. El recorrido al plantel era prácticamente el único paseo que madre e hija daban, era tan rutinario que vecinos y la comunidad escolar lo refieren constantemente: “salían bien arregladitas de aquí a la una y regresaban como a las cinco”, dice Arturo, un hombre que repara y vende aparatos electrónicos al lado del domicilio marcado con el número 2311 de la Avenida Ensenada.
Yuliya era elegante, culta e inteligente, dudan que fuese maestra de piano porque en la escuela hay uno y nunca se sentó a tocarlo. Lo que sí, es que se identificaba como una artista y se notaba por sus gestos y poses. Procuraba siempre participar en las actividades escolares, académicas, culturales o de recreación.
Vecinos, amigos y docentes dicen que la noticia les cayó de sorpresa, Igor levanta los brazos y deja caer su cabeza a un lado: “Imagínese a mí”.
El lunes despedida de Valeria y Yuliya
Después de haber cremado los cuerpos de Valeria y Yuliya, las personas cercanas a la familia ofrecerán una ceremonia religiosa en una iglesia católica de Playas de Tijuana, a la que acudirá Igor Lechtchenko el lunes 22 de junio. Igor ha mencionado que se mantiene en comunicación con la familia de Yuliya en Rusia para decidir el destino de las cenizas. Sobre Anastasia ahora no quiere hablar, sin embargo, posiblemente después del lunes la busque para internarla en psiquiátrico.
Reporteros:
Rosario Mosso Castro
Saúl Alejandro Ramírez
Fotos. Jorge Dueñes
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