Gildardo López Astudillo, alias El Cabo Gil, aceptó y ante las autoridades federales que fue él quien ordenó atacar y levantar a estudiantes de la Normal Isidro Burgos, de Ayotzinapa, aquella noche del 26 de septiembre, en Iguala, Guerrero.
Anoche, el hombre se encontraba en las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada de Investigación en Delincuencia Organizada (SEIDO) en la Ciudad de México rindiendo su declaración en torno a la desaparición de los 43 jóvenes.
Su captura representa una pieza clave para que las autoridades confirmen que a los normalistas los asesinaron, los cremaron en un basurero de Cocula y finalmente los arrojaron a un río.
Las autoridades saben ahora que a pesar de ser uno de los hombres más buscados de todo el país por estar acusado de organizar el secuestro, asesinato e incineración de los 43 normalistas, nunca salió de Guerrero. De hecho, continuó con sus actividades delincuenciales.
La Comisión Nacional de Seguridad, que encabeza Renato Sales Heredia, señaló a El Gil como el autor material del crimen, es decir, que coordinó a sicarios de Guerreros Unidos y a las policías de Iguala y Cocula para desaparecer a los estudiantes.
Este sujeto tenía tres casas en Taxco, y fue en ellas en donde se mantuvo oculto desde hace casi un año.
Los agentes federales que le seguían la pista lo atraparon el miércoles por la noche cerca de una de ellas.
Estaba en la calle. Llevaba un arma prohibida y una credencial falsa que usaba para pasar desapercibido. Con ella intentó engañar a los policías, asegurando que lo confundían.
Sin efectuar un solo disparo, los investigadores lo detuvieron. El Gil no pudo oponer resistencia.
Tras ser aprehendido fue trasladado a las instalaciones federales en donde le hicieron algunos exámenes, además de comparativos de sus huellas dactilares para confirmar su identidad.
Ayer, el comisionado Renato Sales informó que con esta captura, son ya 111 las personas detenidas de las 131 a las que se les abrió proceso penal por estar relacionadas con la desaparición de los normalistas.
Según las indagatorias de la Procuraduría General de la República (PGR) la noche y madrugada de aquel 26 y 27 de septiembre, El Gil le comunicó a su jefe, Sidronio Casarrubias, líder de los Guerreros Unidos, que un grupo de contrarios había llegado a Iguala.
Aseguraba que se trataba de miembros de Los Rojos. Se trataba de los estudiantes normalistas. Sidronio le dio la orden de defender la plaza y entonces El Cabo Gil ordenó atacarlos.
Sidronio Casarrubias, quien ya fue detenido, confesó ante las autoridades que al día siguiente El Cabo Gil le avisó lo qué habían hecho con ellos: “los hicimos polvo y los echamos al agua, nunca los van a encontrar”.
López Astudillo era el encargado dentro de los Guerreros Unidos de cooptar a los elementos policiacos de Iguala y Cocula para protegerlos. Ahora está detenido y en espera de ser enviado a un penal de máxima seguridad.
Padres se niegan a aceptar el dictamen
Felipe de la Cruz, vocero de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, dijo que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAG) les informó que son muy bajas las probabilidades de que uno de los fragmentos óseos analizados en la Universidad de Innsbruck pertenezca a Jhosivani Guerrero de la Cruz.
“Los forenses argentinos nos explicaron la realidad de los códigos y de lo que dice el informe en Innsbruck, que hay indicios nada más de que pudiera ser Jhosivani, no hay la seguridad al 100 por ciento de que sea él”, refirió De la Cruz en entrevista radiofónica con Grupo Fórmula.
El vocero de los familiares de los estudiantes dijo que tienen que esperar a que termine el proceso de investigación, y “mientras no sea de esa manera, para nosotros no son los restos de Jhosivani. Hay una probabilidad, nosotros no lo descartamos ni lo aceptamos”.
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